No me gusta ser reiterativa. Me cansa, me aburre. No me gusta la gente reiterativa, me cansa y también me aburre, mucho, mucho.
Me desgasta. No es nuevo. Es de siempre. Tengo tolerancia 0 de un tiempo medio larguito, a ésta parte.
No me gusta aburrir a las personas, mucho menos, que me aburran a mí.
Será por eso que he dejado de escribir, porque es medio al pedo que venga acá y escriba siempre sobre lo mismo. Por eso he dejado este rincón abandonado.
Igualmente me reconcilie con todo lo que alguna vez creí que me hizo daño, o que no valía la pena. Sané viejas heridas, retomé el cariño que creía perdido, y mi corazón dejó de tener agujeritos.
Recuperé parte de mi infancia y adolescencia. Recuperé de alguna forma viejos vínculos que de su mano traen hermosos recuerdos de meriendas, abuelas, valores, vascolet, aroma a torta de chocolate, recreos, túnicas… Viajé en el tiempo y me hizo bien. No era todo malo, lo malo era el rencor. Sentir rencor profundo por el paso del tiempo, por querer llevarse mis recuerdos con él y querer borrarlos.
Ahí estaba mi odio. No perdí el cariño por nadie, solo me enojé un largo período con el tiempo.
Y si de tiempo hablo, le tengo un profundo miedo a la vejez. A la vejez física, a la perdida de memoria, a las arrugas, a levantarme un día y mirarme en el espejo, verme llena de canas, no acordarme de donde dejé los lentes, tenerle que pedir a otro que me acompañe al baño… en fin. Esto me pasa por ir a la peluquería y preguntar la edad de la señora que se estaba haciendo las manos…uf…