Un día, jugando al golf, di un golpe con un efecto a la pelota, y ésta, desviándose de la pista, fue a parar a la maleza.
Un muchacho que andaba por ahí rastrillando las hojas secas se acercó para ayudarme a encontrarla, y con cierta cortedad me dijo:
-Dr. Peale, algún día me gustaría conversar con usted.
-¿Cuándo?- le pregunté.
-¡Ah!- dijo sorprendido , -no tiene por que ser hoy… en cualquier momento…
-Cualquier momento nunca llega- le contesté, -espéreme en el hoyo 18 dentro de media hora y conversamos.
Cumplida la cita, nos sentamos a la sombra de un árbol y después de preguntarle cómo se llamaba le dije:
-Bien: ¿qué es lo que le preocupa?
-Pues…no sé. Quisiera llegar a alguna parte…
-¿A dónde? Dígame exactamente a dónde aspira a llegar.
Pareció muy confundido.
-No sé- repitió.
-Yo quisiera llegar a algo distinto de lo que estoy haciendo ahora, pero no sé qué.
-¿Y cuándo piensa llegar a eso que no sabe qué es?
Confundido por mis preguntas y tal vez un poco molesto, gruñó:
-¿Cómo voy a saber cuándo? ¡Cuando sea! Quiero llegar a ser algo, algún día.
Enseguida le pregunté qué era lo que hacía mejor, y me contestó que no hacía nada muy bien y que no sabía qué era lo que hacía mejor. Cuando lo interrogué acerca de lo que le gustaba hacer, pensó un rato y replicó que en realidad no había nada que le gustara en especial.
-Entonces, está usted en esta situación: quiere algo, pero no sabe qué; tampoco sabe cuándo espera alcanzarlo. Además, no sabe qué es lo que puede hacer mejor, ni qué es lo que le gusta hacer. ¿Estamos?
Asintió con un movimiento de cabeza y dijo con desconsuelo:
-Soy un fracasado.
-Nada de eso. Lo que pasa es que no está usted organizado ni enfocado. Tiene una personalidad agradable, una buena cabeza, y el deseo de mejorar; y ese deseo está tratando de motivarlo. Me gusta usted y tengo fe en usted.
Le recomendé que se dedicara durante dos semanas a pensar en su futuro, que decidiera claramente qué meta buscaba, y que escribiera esa meta en el menor número posible de palabras. Enseguida debía calcular el tiempo que podría razonablemente tardar en alcanzar dicha meta. Le aconsejé que escribiera estas decisiones en una tarjeta y que después volviera a verme.
Puntualmente se presentó a las dos semanas, transformado en otra persona, por lo menos espiritualmente. Estaba enfocado y mejor organizado.
Ya sabía lo que quería: aspiraba a ser gerente de planta en la compañía para la cual trabajaba.
Me explicó que el actual gerente debía jubilarse al cabo de cinco años, y su meta era que entonces le ofrecieran a él ese puesto. Durante esos cinco años el joven de mi historia aprendió tanto acerca de su oficio y desarrolló tanta capacidad de dirección, que cuando por fin quedó vacante el cargo no tuvo competidores.
De eso hace ya unos cuantos años y debo agregar que todavía desempeña el puesto y se ha hecho indispensable para la compañía. Alcanzó la meta que se propuso después de aquella charla en el campo de golf. Está satisfecho y feliz.
Una combinación de fijación de metas, pensamiento positivo, visualización y fe conduce a un resultado feliz en la mayoría de los problemas con que todos tenemos que enfrentarnos. Si usted quiere asegurar el éxito, cualquiera sea la situación, le recomiendo poner en práctica estos cuatro factores creativos:
Fijación de metas
Pensamiento positivo
Visualización
Fe
Dr. Norman Vincent Peale
Volviendo a las metas olvidadas.
Gracias Vincent Peale!
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Pensamiento positivo, ante todo... A veces es dificil pero no hay que perderlo nunca!
Gracias Vincent!!!
y gracias Ohmmi!!!
estamos acà para apoyarnos, siempre
Y recordarnos lo olvidado :D
Tenemos trabajo por hacer :)
Ya te mando mail, besote!!!!!!!
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