El día que mi abuela “nos visitó”, decidí confiar. Ese domingo dejé en sus manos mis preocupaciones, y supe que venía con un regalo.
Cuando escribí mi último post, venía de una entrevista. Entrevista para la cual me habían citado el día anterior, después de la famosa “visita”.
No había salido muy feliz de la misma, ya que el 98% de mis anteriores entrevistas, nunca había visto al resto de la “competencia”.
Ahí mismo me crucé como con 20 chicas, a las que nos habían juntado a la misma hora, pero para tener entrevistas individuales, de menos de cinco minutos.
Me enamoré de la oficina donde me entrevistaron. Quedé fascinada.
Y en esos minutitos de entrevista, noté que tenía un gran punto a favor, al que nunca le había prestado atención. En mi trabajo anterior había aprendido a utilizar un programa contable que no suelen enseñar en ningún instituto.
Vi que para la persona que me entrevistó eso le había pesado mucho, ya que me dijo que era un “alivio” no tener que “perder tiempo” explicándolo.
Me fui de ahí un poco “molesta” porque me desanimó cruzarme con el resto y pensando en que no volverían a llamarme ya que eran muchas.
Al otro día suena mi celular, y era de ahí, para tener una segunda entrevista. Fui sin muchas expectativas, pensando en que volvería a cruzarme con todas esas chicas.
Para mi sorpresa, no había nadie.
Iba segura que tendría la entrevista con la contadora, como me habían dicho, pero…no. Era con el Director. El que volvió a explicarme lo que la persona anterior me había dicho, pero me dijo que había un problema. Me comunicó que el número de teléfono de última referencia laboral, no existía. CHAN.
Me quería matar. Mi ex jefa había cambiado su celular, y al número de su casa al que llamaban, no atendía nadie. Así que me “sugirió” conseguirlo, y que se lo pasara.
Llegué a casa y me comuniqué con unas ex compañeras, que me pasaron su nuevo número, y ahí se los pasé.
Esa misma tarde, casi noche, me vuelven a llamar para una tercera entrevista con la contadora.
Al otro día fui al estudio de la contadora, mantenemos una muy buena entrevista, hasta que… me da una hoja con ejercicios, para hacer una prueba.
Estaba en el horno, y no me acordaba de nada. Así que apelé a la sinceridad, y le dije que iba a intentar hacer la prueba, pero que hacía un año que no tocaba nada de eso, y que probablemente me fuera mal.
Me fui de ahí sabiendo que lo que hice fue un desastre. Así que solo confié en mis ganas de trabajar, y que si ese tenía que ser mi lugar, la prueba no iba a ser un impedimento (sin olvidar la visita de mi abuela, que prometía ayudar).
Ese mismo día, ya casi llegando a las 18 horas, me suena el celular, del mismo número del que me venían llamando. Tenía miedo de atender. Podía ser una buena noticia, o podía ser un “gracias por participar, pero no sos el perfil”.
Atendí y era la chica que me venía llamando. Me dijo las palabras mágicas “valoramos tus ganas de trabajar y el interés que nos demostraste en formar parte de la empresa, así que empezas el martes a trabajar conmigo”.
Son esas palabras que deseas tanto escuchar, y que cuando pasan no podes creerlo. Quedé en shock. Cuando cortamos me puse a llorar como una pelotuda.
Faltando una semana para cumplir el año de desempleada, llegó lo que tanto esperaba.
Felices Pascuas para todos!!